Siempre he considerado que la creatividad es una cualidad exclusiva de unos pocos, algo extraordinario a lo que, personalmente, no podía aspirar. En cierto modo, lo sigo pensando; aunque soy consciente de que puede ser el inicio de un bloqueo importante. Lo sigo pensando porque en este mundo, al igual que hay aptitudes en uno para ser médico o abogado, hay mayor capacidad de creatividad en otros.
Sin embargo, por esta premisa, podríamos decir que entonces creatividad tienen todas las personas, pero unas más que otras. Curiosamente, existen cursos y asignaturas para desarrollar la creatividad, por lo que puedo ir desmontando ese mito de que la creatividad es innata de unos y no asequible en otros. Es un consuelo además saber que la creatividad es algo complementario para las mentes más artísticas: en la música, la literatura, la escultura, la arquitectura, la pintura, la fotografía, el cine...
Sin creatividad, el sordo de Beethoven no habría creado 9 sinfonías sobrenaturales; J.R.R. Tolkien no habría descrito los personajes, parajes y vicisitudes de la Tierra Media; Miguel Ángel Buonarotti no habría sacado a su "David" de aquel bloque frío de mármol; Jean-Pierre Jeunet no nos habría deleitado con los sabores optimistas y fantásticamente cotidianos de "Amélie"...
Poco a poco iremos desgranando lo que hay detrás de la creatividad. Y por darle un toque personal, de auto-aprendizaje, veámosla desde un punto de vista algo escéptico, incluso pesimista, que la cuestione, que la desmitifique, para así acercarnos mejor a ella, y hacerla propia.
La creatividad, denominada también inventiva, pensamiento original, imaginación constructiva, pensamiento divergente... pensamiento creativo, es la generación de nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales.
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